jueves, 10 de junio de 2010

Mis "Hitos comunicativos"



Pensar a todas las experiencias comunicativas que han influido sobre mi vida es saltar atrás en el tiempo y retomar la televisión italiana de los años 80 y 90 (con sus programas, dibujos animados, personajes y publicidad) ver los comics que han modelado mi infancia, algunos libros de narrativa infantil tan en boga en aquellos años y ahora totalmente olvidados y finalmente algunos juegos de mesa o videojuegos.

Detallaré algunas de éstas experiencias, las que todavía quizás de alguna manera vivan dentro de mí con sus influencias, sus tratos de alegre positividad o sus marcados estereotipos. Lo que resulta cierto (y en algunos casos alarmante) es como, solo a la luz de una reflexión profunda sobre dichos elementos puedo constatar de cuanto los medios de comunicación hayan marcado mi vida homogeneizándome (o integrándome?) con sus productos a la sociedad de aquellos años.

Hay un personaje muy significativo en la historia de la televisión italiana que fue uno de los pioneros de la pantalla pequeña de mi País y que con sus programas de entretenimiento dirigidos a la masa, entretuvo el público italiano a partir de los años 60.

La huella que ha dejado Mike Bongiorno dentro de las casas italianas, sus modos de decir, su manera de hacer televisión, sus celebres frases que cada italiano sabe mencionar o utilizar a según de la circunstancia, ha hecho que hasta Umberto Eco le dedicara un ensayo Fenomenologia di Mike Bongiorno, donde se analiza su manera de guiar un programa televisivo de manera academica. Eco busca las raices del exito de Bongiorno de un personaje de “mediocridad absoluta”gracias a la cual el telespectador “ve glorificado y lleno de autoridad nacional el retrato de sus propios limites”.
Si, porqué Mike Bongiorno era realmente todo eso y era tambien el puente de pasaje en la comunicación que teniamos al interno de mi familia mi hermana e yo con mis padres o con los abuelos y a pesar de unos programas de escaso contenido bajo una perspectiva educativa, sentarme delante de la television con mis familiares para ver alguno de sus programas es una imagen que ha quedado muy viva en mi memoria.




Siguiendo en el campo de la television y volviendo la mirada a la programación infantil (entre los muchos que podria aquí mencionar) quiero hablar de los“Puffi”(los Pitufos) por una series de motivaciones.
Los pitufos son uno de los debujos que hemos compartido muchos Paises y que de alguna manera han creado puentes invisibles entre los niños italianos de mi epoca y los españoles que con sus pitufos veian a los mismos personajes.
La "puffo- mania" fue una moda, por no decir una Institucion, que generó una infinita serie de merchandising (juegos, peluches, cromos, etc) y que por lo menos en Italia poseder “las casas setas” de los pitufos y una coleccion cuanto más grande de los mismos convertia la amistad en algo directamente proporcional a la cantidad de elementos de tu propia colleción.
Los pitufos por lo menos en Italia siguen transmitinedose ya que parece que sus valores genuinos y autenticos y su manera de reproducir con cada uno de los pitufos los archetipos de la gente no puedan olvidarse nunca y de hecho hoy en día siguen teniendo bastante exito.
El interes de los medios entorno al fenomeno “Puffi” fue considerable durante mi infancia y el bombardeo mediatico, no solo de la programación, sino de todo lo que rodeaba el mundo de los pequeños azules nos imponia su presencia de una manera u otra dentro de nuestras casas.
Una vez más quiero mencionar al semiologo Eco que en"Sette anni di desiderio”, (Bompiani 1983) analizó el lenguaje altamente contestual de estos personajes; eso nos ayuda a comprender de como el "fenomeno puff" fuese algo que iba más allá de la vision de un debujo para niños.




Desde el mundo de los debujos animados pongo la atención hacia otro producto que sin duda ha marcado la infancia de muchos niños en Italia ( Supongo en otros Paises tambien debido a la multinacionalidad de Ferrero) me refiero all”Ovetto Kinder”.
Los estudios que la empresa cumple sobre sus consumidores numeros uno (los niños) son de muy alta calidad y esto junto a su campaña publicitaria incansable parece haber determinado, durante mi infancia, el surgir de un producto que marcó (y sigue haciendolo) toda una epoca. El eslogan “Tres deseos en uno:la sorpresa, el juego y el chocolate” eran la frase preferida de nosotros los niños de los '80-'90 y que cada vez que comiamos “semejante delicateza” nos recordabamos que dentro habia algo nuevo que nos esperaba.
De hecho la idea tan ganadora de la sorpresa dentro del pequeño huevo, al señor Ferrero se le ocurrió un día cuando dijo:”Sabeis porque a los niños gustan tantos los huevos de Pasqua?porque tienen sorpresas dentro.Entonces sabeis que tenemos que hacer?Darles la Pasqua todos los dias"así nacieron los ovetti Kinder”(Padovani, 2004:28)
L’ovetto kinder, era un regalo siempre acertado ya que durante años la Ferrero fidelizó sus pequeños clientes preparando, cada temporada, una colleción distinta de sopresas, generando aquella “competición” entre todos y todas para encontrar la última rana ( o pajaro, tiburón, etc..) de la collecion (con no mucho entusiasmo de los padres y mucho de los dentistas).
El huevo Kinder no era solo un juego junto a un “sano” chocolate sino que era el link al mundo variado de la Ferrero y de sus productos, el precio razonable del producto además contribuia a que los padres en las filas del supermercado escuchasen a los pequeños comprandoles el diariamente deseado “ovetto”.




Desde el chocolate y los pitufos me muevo ahora hacia el mundo de la narrativa empezando por mencionar los comics de “Topolino” (Mickey Mouse) que con sus historias han marcado mi infancia no solo por las adventuras descriptas sino por el proposito linguistico de evidenciar en negrita aquellas palabras no tan comunes para los más pequeños permitiendonos así de enriquecer nuestro vocabulario.
A pesar de las duras criticas que los personajes Disneyanos han subido por parte, por ejemplo de Dorfman y Mattelard que han acusado los celebres debujos de colonizar el imaginario local ofreciendo al publico de los más pequeños y no solo, una vision de la realidad falsa y alienante, casi una”subdola propaganda de la american way of life”, no quiero aquí entrar en un análisis critica del medio sino solo subrayar que Topolino, a pesar de hacerlo con una visión fragmentada y parcial de la realidad, me ha propuesto y enseñado (en algunos casos por primera vez) algunos mitos o cuentos clásicos a través de sus personajes: desde historias de Kafka a los mitos griegos o a las parodias de algunas obras cinematográficas famosas desde las de Fellini a las de Capra y tengo que reconocer que algunas las recuerdo todavía hoy en día, quizás gracias a las parodias que la Disney hacía de ellas.

Por último quiero mencionar a un tipo de libro que marcó mi adolescencia. Hablo de los libros de la Colección “Scegli la tua aventura” (Busca tu aventura) pequeños libros que pagina tras paginas te hacían sentir protagonista dándote cada vez la posibilidad de elegir que camino querías que siguieran los personajes y que con saltos de páginas en pagina (como en la Web) cada vez te hacian llegar a un final distinto pasando por nuevas historias. La serie italiana traducida de la americana (di Edward Packard “Choos yous own adventure”) tuvo mucho éxito y recuerdo las tardes pasadas con mi hermana a discutir de cuál era el camino más interesante. Es cierto que estos libros son solo una aproximación a la realidad de la Web pero es verdad que la manera de saltarse de una página a la otra recuerda la manera de navegar en un hipertexto.

Estos son solo algunos de mis “hitos comunicativos” podría sin duda nominar a otros también podría pedir a alguien de mi familia de mencionar cuales según ellos han marcado más mi existencia, sería un interesante nuevo punto de vista.

REFERENCIAS:
http://it.wikipedia.org/wiki/I_Puffi [en línea] [consultado el 10 de junio de 2010]
http://it.wikipedia.org/wiki/Mike_Bongiorno [en línea] [consultado el 10 de junio de 2010]
Gigi Padovani, Nutella. Un mito italiano , Rizzoli, 2004